domingo, 22 de abril de 2007

La espalda y los ojos


Le digo a CG que debe vigilar su espalda, que últimamente le aprecio un notable descuido en esa importante zona corporal. Dialogamos sobre otras partes anatómicas y cuando llegamos al ojo le recuerdo la frase de Goethe: El ojo es el órgano con el que he comprendido el mundo. Claro que este autor, años después de su viaje a Italia, escribió una Teoría de los colores, opuesta a las formuladas por Newton. He aquí una frase de este libro:

Debe el ojo su existencia a la luz. De subalternos órganos auxiliares animales, la luz desarrolla un órgano adecuado a ella; así el ojo se adapta gracias a la luz para la luz, para que a la luz exterior corresponda otra interior.

Para Goethe el color es consecuencia de una polaridad entre la luz y la oscuridad (cuyo testigo es el ojo), siendo la oscuridad la fuente universal, y la belleza una lucha entre opuestos. Desarrolla todo un principio de bipolaridad, vinculando luz y tinieblas, sujeto y objeto, cuya dualidad extiende al universo moral: es el principio mismo del universo.

Pero dejemos a Goethe -y a los colores-, para otra ocasión y volvamos a la espalda, esa extensa y lisa cadena de huesos y músculos cubiertos por apenas medio metro cuadrado de piel en cualquier persona adulta y de altura media. Si para el ojo ya hemos adivinado a qué dicotomía se enfrenta, preocupado como estoy por la espalda de CG, le propongo que construyamos nuestra propia teoría: sustento y muralla, carga y rechazo. Eso es lo que le quiero hacer ver a CG: si está dispuesto a cargar sobre su dorso determinados roles, allá él. Se trata de su espalda. Pero también ha de saber que la traición entra por la espalda y que si a alguien se le miden las espaldas se deberá a la de palos que este alguien recibe, merecida o inmerecidamente.

Se me ha vuelto muy serio CG, y me dice que esperaba más de mi talla intelectual: que lo mismo doy un apunte sobre Goethe y la filosofía de la visión que me vuelvo vulgar y refranero en mis consideraciones. Le hago una perfecta refutación a su desproporcionada conclusión, me mira de mala manera y enmudece. Esto de compartir el teclado tiene sus inconvenientes, ¿no creen?

Pepe Amodeo

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