Todos los días pedimos algo. Y a veces no todos los días, sino que a cada momento, solicitamos algo de alguien, rompiendo ese fino equilibrio que proporcionan la libertad y la independencia que, a su vez, supone una garantía para vivir como seres libres e independientes… Ésta es una invitación para observar cómo coinciden estos dos escritores, tan disímiles, tan lejano uno de otro, cuando sus respectivos discursos discurren por parajes adyacentes.
El primero se llama Christoph Hein y fue todo un hallazgo hacia 1988, cuando se descubrió como uno de los autores de referencia para analizar la literatura que se hacía en la antigua RDA. El amigo ajeno, novela escrita en primera persona, revela la vida de Claudia, una doctora refugiada en su mundo interior, una "yo-narradora" encerrada en sí misma, impasible ante una sociedad nutrida de patrones fatalistas y transgresores de la intimidad natural.
En segundo lugar está Javier Marías. La segunda parte de Tu rostro mañana lleva por título Baile y sueño, y en este volumen, que ya ha dejado de ser novedad literaria pero que continua subyugando a sus incondicionales, seguimos descubriendo la vida de Jaime —o Jacobo— Deza, un español al servicio de un grupo innominado, dependiente del MI6.
En segundo lugar está Javier Marías. La segunda parte de Tu rostro mañana lleva por título Baile y sueño, y en este volumen, que ya ha dejado de ser novedad literaria pero que continua subyugando a sus incondicionales, seguimos descubriendo la vida de Jaime —o Jacobo— Deza, un español al servicio de un grupo innominado, dependiente del MI6.
Los parecidos razonables podrían ser discutibles pero no parecen inverosímiles…
CG / Pepe Amodeo
El amigo ajeno. Christoph Hein
Alfaguara Literatura, 1988. pág. 185
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Ojalá nunca nadie nos pidiera nada, ni casi nos preguntara, ningún consejo ni favor ni préstamo, ni el de la atención siquiera, ojalá no nos pidieran los otros que los escucháramos, sus problemas míseros y sus penosos conflictos tan idénticos a los nuestros, sus incomprensibles dudas y sus meras historias tantas veces intercambiables y ya siempre escritas (no es muy amplia la gama de lo que puede intentar contarse), o lo que antiguamente se llamaban cuitas, quién no las tiene o si no se las busca, "la infelicidad se inventa", cito a menudo para mis adentros, …
Ojalá nadie se nos acercara a decirnos "Por favor", u "Oye", son las palabras primeras que preceden a las peticiones, a casi todas ellas: "Oye, ¿tú sabes?", "Oye, ¿tú podrías decirme?", "Oye, ¿tú tienes?, "Oye, es que quiero pedirte: una recomendación, un dato, un parecer, una mano, dinero, una intercesión, una gracia, que me guardes este secreto o que cambies por mí y seas otro, o que por mí traiciones y mientas o calles y así me salves…"
Ojalá nadie se nos acercara a decirnos "Por favor", u "Oye", son las palabras primeras que preceden a las peticiones, a casi todas ellas: "Oye, ¿tú sabes?", "Oye, ¿tú podrías decirme?", "Oye, ¿tú tienes?, "Oye, es que quiero pedirte: una recomendación, un dato, un parecer, una mano, dinero, una intercesión, una gracia, que me guardes este secreto o que cambies por mí y seas otro, o que por mí traiciones y mientas o calles y así me salves…"
Tu rostro mañana. 2 Baile y sueño. Javier Marías
Alfaguara, 2004. pp. 13 y 14