Oh, Fortuna. Con mayúscula. Un nominal que infiere alegría la mayoría de las veces, pero que, como escribieron los anónimos goliardos de la época, “siempre cambiante / creciendo y decreciendo, / unas veces oprimes y luego calmas; / la miseria / y el poder / se derriten como el hielo / ante tu presencia”.
Hoy es el día. Hoy se romperán muchos sueños, pero unos pocos “afortunados” podrán subirse a la superficie generosa de la rueda... Que les dure mucho. Que ojalá les dure para siempre... Tanto, que cuando la cara oscura de la rueda vuelva a pedirles tenebrosos intereses por las venturas recibidas, hayan olvidado el juego. Y de nuevo renacerá en ellos la ilusión por ascender desde los infiernos, de volver a alcanzar el lado brillante de la rueda... Et sic in infinitum.
CG / Pepe Amodeo