sábado, 24 de julio de 2010

Las ciudades, el viaje

Una era construye ciudades.
Una hora las destruye.
Temístocles, c. 524 - 459 a. C.

Las ciudades que más me subyugan son las que aún no he llegado a conocer. Y no es que me hayan decepcionado algunas de las que sí he conocido, que también, sino porque estoy de acuerdo con la frase de Eduardo Punset aparecida en Babelia el pasado 10 de julio: La felicidad está en la sala de espera de la felicidad. Nada hay más ilusionante que tener ilusiones. Nada hay más ilusionante que disponer de una Ítaca en el horizonte, sabiendo que cuando la alcancemos -y salgamos de ella-, todo será igual pero nosotros nunca seremos los mismos.

Visitar una ciudad sólo por tener voluntad de hacerlo -el viaje, ese trasunto del camino que representa la vida-, ha logrado, poco a poco, cincelar sensaciones desiguales en mi memoria, creando una especie de sentimentalidad lejana de lo cotidiano. Pero en realidad no sé qué era lo que perseguía al visitar Brujas, Salamanca, Venecia, Berlín, Évora, Heraklion, Sigüenza, Verona, Ginebra... Sólo sé que crucé unos puentes de vieja historia, que hice amigos efímeros con los que crucé alguna postal, que guardo con especial celo los aromas que me provocaron mares remotos, condimentos prodigiosos y maderas extrañas, y que comprobé, en todos los casos, que la vida se ilumina y suena de igual manera en Cádiz, en Bruselas o en Lisboa. A veces, con los regulares perfiles de sus torres y los caracteres de sus habitantes, logré construir un plano, un esquema, que me sirvió después para interpretar mi vida.

Insisto en que las ciudades que más me subyugan son las que aún no he llegado a conocer. Lo diré de otra manera: acabo de decidir que no estoy seguro de querer llegar a Samarkanda.

Pepe Amodeo

2 comentarios:

Luis Miguel dijo...

Como siempre, un placer leerte. A los que somos viajantes en los sueños (apenas visité más de diez ciudades en mi vida)este post es una invitación a romper fronteras, y -por supuesto- un deleite más para la memoria de los textos que, leídos, se clavan en algún lugar del alma (si es que existiera, claro).

Un abrazo.

P.D: Recomendable, la B.S.O. de Ágora.

Pepe Amodeo / CG dijo...

Querido Luis Miguel:

No me cansaré de darte las gracias por asomarte al blog periodicamente. Y encima te tomas la molestia de dejarme comentarios como el anterior. Te lo agradezco mucho, amigo mío.

Y te haré caso: ya estoy buscando la BSO de Ágora... No sé cómo me he podido olvidar de Alejandría.

Un abrazo de CG y de PA

Finalmente: Me encantó tu relato "Sombra infiel", y espero haberlo comprendido.