domingo, 23 de diciembre de 2007

Lena


Un cuento de Navidad


Dedicado a Maria del Rosario E. P., Charo, asesinada en Barcelona, en un cajero de La Caixa el 16 de Diciembre de 2005.


.… Lena, que se me ha ido, se ha ido, coño, y hace frío, joder, si me he dado cuenta es porque hace frío, y eso que aquí no entra ese rollo de aire helado que ahora mismo zumba y hace moverse las copas de los árboles, pero es que estos cartones no bastan para aislarse uno del frío, y eso que son gordos, que se pueden ver, de los mejores, un embalaje de frigorífico enterito, sin romper, ya digo, enterito... pero cuando he metido la mano para tocarla, porque no me llegaba su calor, su calor protector, como aquel título de libro tan cursi decía del cielo, me he encontrado que no estaba, y hasta que amanezca, que ya falta poco... pues no hay nada que hacer, pero es que no va haber nada que hacer de ninguna manera... que no, que estaba muy rara estos últimos días, y no sé porqué, bueno si lo sé, que es que ya no podía seguir junto a mí, que esta libertad ya se le quedaba corta conmigo... coño, que esto no es vida, que quizá el campo, que es lo suyo... y lo mío, ¡no te jode!, porque a ver, nos vamos al campo, bien, y una vez allí, ¿de que vivimos?... si yo no estoy ya para nada... ni para darme la vuelta, que ahora mismo me estoy presionando mucho la pústula de la ingle, y la de la cadera... y tengo que girarme, y que me duele todo... venga tío, no seas quejica... ...ya... vamos... ahooooora, ya, ya, sitúate mejor, eso es... ahora... porque no es que Lena me ayudara, pero era otra cosa, su respiración, el saberla ahí, otra cosa, otra cosa, otra cosa... debió de ser cuando el tío aquel, el perfumado, que es que son la leche, que te ven durmiendo y todo y ni por esas, me entran ganas de poner en la puerta un cartel diciendo no entren hombre en su último año de vida, ¿digo una mentira?, pues no digo mentira, porque no va ser mañana, pero éste es mi último año, mi último... pues en ese momento debió ser, y el tío nada, a por dinero, en silencio, todavía tengo que agradecerle que no dijera alguna grosería, que es que hay cada mierda por ahí que te mueres, asfixiados de letras y machacados por otros jefes tan gilipollas como ellos... pero es que yo estaba como siempre en esa hora, viviendo cosas de esa manera que no sabes si es que esas cosas, las cosas que pasan a tu alrededor, las cosas que ya casi no ves, están ocurriendo de verdad o las estás soñando, y yo escuchando el bip-bip-bip del cajero... no me podía mover, y sentí removerse a Lena, incorporarse, pero es que a ella no le duelen los huesos como a mí y se levanta, se estira, se acuesta otra vez, oye y sigue durmiendo tan pancha y tan caliente al momento... no me explico, si me explico, que esto es muy estrecho y que ya no está, ¿no?, pues eso, que se ha ido... alguien, otro alguien que quiere entrar, de reojo le he visto aparcar el coche, trae la música puesta y alta, muy alta... éste entra y deja la puerta abierta, que por la mañana me lo hacen todos... y todas... ¿lo ves?, a morirme de frío... ¡carajo!, ese tío no se da cuenta que estoy aquí?... ¿qué huele aquí dentro?, ¡pues claro que huele!... espera, eso... eso... eso... ¡jodeeerr!... esa es la pavana, la pavana de fauré, hasta a Lena le gustaba... y no digamos a... jamás, no pienses, tío, no pienses en ella, dijiste que no ibas a pensar en ella, método, eso es, disciplina... ajá, ya se ha ido, no le diré imbécil, porque lo de la música ha sido mejor regalo que si nos hubiese puesto una moneda en el platillo, nos ha traído unos segundos la pavana, ¡gabriel fauré, compa, la pavana!... ¿he dicho nos?, en singular, ahora es en singular, estoy solo, solo, solo, solo, pero es lo natural, ¿no?... esto lo elegí yo mismo... al fin y al cabo cuando salí hace tres años, ella atravesó como una flecha los dos kilómetros de la urbanización, para venirse conmigo, que me dio una alegría inmensa, y lo que me ha ayudado... en todo, yo y Lena, Lena y yo, Lena... Lena, Lena... las simpatías que despierta, tiene una elegancia desbordada, ni los años conmigo, la mala vida conmigo, que hay que decir las cosas como son, lo arrastrada que la he tenido, pues... vuelve... el tío de la pavana en la radio vuelve... ¿qué ha dicho ese tío?... ¿feliz qué?, ¡será feliz mierda!... feliz, feliz, feliz... te lo has ganado: eres un estúpido... que sí, que ya lo sé, que ahora vas a dejar ahí un billete, que hoy es el día que te toca tranquilizar tu conciencia y yo te lo he puesto a huevo, para que te vayas ahora en tu coche, con tu mujer, o con quiencoñosea, escuchando la pavana y hagas nosecuantos kilómetros para verte con gente al mediodía, familiares a los que no puedes ver... que te estoy haciendo señas con la cabeza, que me dejes, que me olvides, tío... que has tenido la desgracia de recordarme que hoy es el día, ¿ves?, ahora empieza a dolerme el pecho, y ya tengo las lágrimas ahí... que hijoputa... feliz, feliz... feliz leche, que ahora no puedo dejar de pensar en... que no lo digo, que al menos voy a intentar olvidar su nombre, que ya la estoy imaginando hoy, guapísima, con las piernas enfundadas en las medias negras, la falda ajustada, con el vaso en la mano, sentada en el sofá con la piernas cruzadas, y que pierdo yo si imagino que cuando esté así este mediodía, disfrutando de mis hi... ¡calla!, ¡que no, ni pensarlo, que no lo digas!... eso, eso, que pierdo yo si en ese momento suena el teléfono y alguien le dice que tiene a Lena, alguien que ha mirado dentro de la capsulita que cuelga de su cuello, y allí está el número al que hay que llamar, que siempre me preocupé de mantener el papelito intacto, y el dinero de la gratificación... ya me tranquilizo, eso, eso va a ocurrir, que Lena tiene tan buen porte, y en este barrio hay tantos cajeros automáticos que hasta puedo elegir uno caliente, es un decir, para pasar la noche... y puede que la vea algún niño, o alguien que tenga un gesto de decencia, y llame, llame al teléfono, llame... medio país no es nada, con la de transportes que hay, así que mañana, o pasado mañana, mañana... ¿ves?, ya se me está quitando el dolor del pecho... ahora es el absceso del brazo... vaaaaaa, vueeeeeltaaaaa... ya, ya... por favor, que no venga otro, otro gilipollas, que no venga, no venga... joder, Lena, qué frío, qué frío, qué frío, frío... Lena, Lena... Lena... ...Lena...


Escrito por Pepe Amodeo. Diciembre, 1999

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