sábado, 8 de diciembre de 2007

De gatos .... y perros

Dedicado a Santos Morales. Él sabe porqué.

Intento leer, sin éxito, el relato que Fígaro acaba de publicar en Arponeros Melancólicos. La página, una de mis imperdibles, me devuelve una y otra vez al mismo lugar, originando un bucle interminable del que me hago responsable: seguro que no presiono el vínculo adecuado, o no me hallo al corriente en el pago con mi proveedor de banda ancha ....

Contemplo la ilustración del relato de María Fernanda Trujillo con curiosidad, y ello me lleva a recordar que Pepe Amodeo y yo hemos ido retrasando la intención de traer aquí el caso de Óscar, el gato que saltó a los medios de comunicación a finales de julio y a primeros de agosto. La revista médica estadounidense The New England Journal of Medicine, propiedad de la Massachusetts Medical Society, publicó un artículo en el que describía el curioso comportamiento del felino. El entorno donde se desarrolla este singular episodio es la Unidad Geriátrica de un centro de residentes para mayores, la Steere House, en Rhode Island. Allí, en la tercera planta, tiene su reino el gatito Óscar, cuya fama se ha debido a que, en más de un centenar de casos comprobados estadísticamente, ha acompañado a los ancianos en el momento de su muerte, incluso cuando el éxitus les ha sobrevenido de forma inesperada y los pacientes no presentaban signos de gravedad.

En España, en Fernán Núñez, el imaginario popular incorporó la historia de Moro, un perro que acudía a los entierros. En 1995 se le erigió monumento, y aunque parece que no existe una crónica seria sobre el comportamiento del animal, según la prensa de la época se calculaba que habían sido unos seiscientos los sepelios a los que había acudido. Sin embargo faltó a dos de ellos: los de personas con oscuros antecedentes históricos y personales.

No tengo ninguna inclinación por lo esotérico, y ni Jiménez del Oso ni Íker Jiménez han sido nunca referentes que sirvieran de amparo a mis muchas dudas y mis pocos credos, pero tampoco se debe pasar de largo ante el misterio y la curiosidad, sobre todo cuando lo protagonizan seres tan entrañables .... ¿La explicación racional? Quizá cuando no quede ni rastro de estas figuras, de estos indicios, que no hacen sino constatar que el mundo, en medio del desgarro y del desconsuelo, sigue sorprendiendo. Sólo hay que mirar en la dirección adecuada.

CG

2 comentarios:

Pepe Amodeo / CG dijo...

Este post, que tenía que haber nacido en Agosto, sólo pretende incidir en que hay dudas razonables acerca de si los animales pueden tener algunas vivencias que entrarían dentro del campo de los místico. Ni todas las personas sacan las mismas conclusiones de la misma experiencia vital, ni todos los gatos y perros del mundo tendrían las capacidades que se adivinan en Moro y Óscar. Como dice mi querido Marina, cuestión de combinar adecuadamente los mecanismos de percepción de la realidad, la dotación genética -el temperamento-, y la situación social. Sigo pensando en que se deben abrir puertas a universos desconocidos, pero ello no hace sino enfrentarse a mi convencimiento racional ....

CG

Anónimo dijo...

Puestos a elegír, cuando una vez la fecha de tránsito por esta vida haya llegado a término, a mí me gustaria que me acompañara el fiel Moro, limitandose a esperar en la puerta de mi casa a que me saquen con los pies por delante.Y no ese gato descarado y desvergonzado que se atreve a colarse en tu habitacion, y con su sola presencia decirte, venga que te saco de paseo.