Al principio Dios creó el viaje, luego la duda y la nostalgia. Con esta frase recibe un amigo al protagonista de La mirada de Ulises, del director Theo Angelopoulos. Las imágenes se suceden durante más de ciento cincuenta minutos: un barco portando un gigantesco Lenin, troceado como un rompecabezas, recorre el Danubio convertido en símbolo del último imperio balcánico, ya desmembrado y en descomposición; nieblas persistentes que al final revelan los horrores y la barbarie de la guerra (que son todas las guerras); funcionarios del viejo régimen que retiran pasaportes a la menor ocasión; un homenaje a todos los grandes del cine mundial: Bergman, Murnau, Eisenstein, Dreyer, Resnais, Kurosawa, Griffith, Buñuel, Antonioni... En definitiva, la búsqueda de unos rollos de películas del primitivo cine griego como pretexto para demostrar la vigencia de la tradición de Odiseo, acaso el más universal de los mitos que ha proporcionado la civilización helena, Estoy perdido, ¿a qué tierra extranjera he venido a parar esta vez?, dice el protagonista en el corto con que Angelopoulos homenajea a los Lumière en Lumière y Cía (1995)
Y sobrevolando todo el film, la exquisita música de Eleni Karaindrou. ¿Acaso son habituales las mujeres compositoras? En absoluto. Pero esta autora, además, ha creado numerosas bandas sonoras, casi todas tan bellas, o más, que ésta:
http://www.goear.com/listen/766fc04/ulysses-theme-eleni-karaindrou
Me dice Pepe Amodeo que al admitir que hasta ahora no me he acercado al mundo de T. Angelopoulos no hago sino poner de manifiesto mi bajo nivel de instrucción cinematográfica. Touché. Pero el placer de haber descubierto -tarde, ya lo sé-, a este director de culto y quererlo compartir con alguien que se asome a estas páginas, supone para quien esto escribe una doble intención: demostrar que nunca es tarde para los nuevos descubrimientos, y luego preservarlos, claro. Faltaría más.
CG
viernes, 25 de diciembre de 2009
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